sábado, 24 de noviembre de 2012

Arte destruido…mutilado y perdido…



 Tras fracasar la sublevación en Madrid, el orden público se ve gravemente resentido. El pueblo, gran protagonista del fracaso del golpe, toma el control en las primeras horas y focaliza su odio en la iglesia y en todo lo que recuerda a la España más tradicional. Esta destrucción, cuyas fotografías darán la vuelta al mundo, serán utilizadas en contra de la República y le restarán apoyos en el exterior.

Sta María del Mar -Barcelona


Milicianos asaltando Iglesias 

Milicianos Profanando tumbas
En Illescas cuentan que una gran fogata se formó en la que hoy es Plaza de Manuel de Vega, donde estaba el antiguo matadero, el abrevadero, y el “Pilar” que es como coloquialmente denominaban al lavadero. En esa hoguera gracias al odio y sobre todo a la ignorancia, ardieron obras de arte, documentos, y todo aquello que sirvió para azuzar la lumbre.
El Salvador del Mundo, talla del siglo XVI, desaparecida en dicha hoguera.

 Unos de los primeros en denunciar la gravedad de la situación y la necesidad de preservar el tesoro artístico español, será el escritor comunista y católico José Bergamín, desde la plataforma que le brinda la Alianza de Intelectuales Antifascistas, de la que es cofundador.

Al quinto día de guerra, Francisco José Barnés, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes del Gobierno adopta la idea y ordena la creación de una Junta de Incautación, destinada a salvar el tesoro artístico español. Todos sus miembros son intelectuales, y artistas.
Su primera función, es visitar todos los palacios, mansiones, iglesias, etc... Que han ocupado los partidos y sindicatos. Las obras de valor son rápidamente retiradas, no sin problemas, pues las negociaciones, con los responsables de turno no siempre son fáciles.


Al mismo tiempo se pone en marcha un sistema rudimentario de propaganda destinado a concienciar al pueblo sobre la necesidad de conservar el patrimonio histórico artístico. En este sentido, los estudiantes de Bellas Artes realizan carteles alentando al pueblo a que conserve su patrimonio y se cuelgan por todas partes. Además, se reparten octavillas con la misma consigna.

 Sea por esto o por pura devoción, numerosos cuadros e imágenes son escondidas por sacerdotes, sacristanes, o por las propias gentes de los pueblos, salvaguardando así de la quema y la destrucción sus Santos Patrones y con ellos su cultura y su fé.

Las obras recuperadas son guardadas bajo la cúpula de la basílica de S. Francisco el Grande, y en el convento de las descalzas, situado en el centro de la capital, y a las dos semanas de su creación, la Junta trabaja ya a buen ritmo. Dispone de más medios y empieza a realizar la recogida de forma sistemática, elaborando catálogos y restaurando las piezas que así lo requieren. También se levantan actas de incautación y se elaboran fichas de cada pieza indicando la procedencia, el autor y la materia de la que tratan.

 Una nota anónima dirigida al director del Museo del Prado informa que en el municipio de Illescas se han escondido cinco cuadros del Greco en una cueva.
La Junta se desplaza para comprobarlo pero no hay forma de sacar nada en claro, y tras mentiras y alguna amenaza, solo obtienen la negativa de entregarlas.
El encargado de esta tarea fue el escultor Emiliano Barral que murió poco después victima de la guerra.

Parece ser que llegados a Illescas, con las milicias armadas, pues no se sabía si iba a ver una fuerte resistencia popular al traslado de las obras de Arte, un miliciano comenzó a protestar. “mira que tener que estar aquí, salvando cuadros de curas y vírgenes, en vez de estar en el frente matando fascistas”, evidentemente su nivel cultural no pareciera muy alto. Dirigiéndose Emiliano a él, cuentan que le dijo, “Pero no protestes hombre, no ves que estos cuadros son de El Greco”, a lo que el miliciano cambió el semblante y contestó: “Ah, bueno, si son de un camarada de acuerdo, por un camarada lo que sea”.

Esta anécdota que nos puede parecer jocosa o graciosa, nos da idea de lo difícil que fue luchar en una guerra en que se mezclaban la violencia, la incultura, la miseria, la explotación, en suma, de los pueblos y las gentes.

Volviendo al traslado de los lienzos, fue necesario para vencer las reticencias, llevar al propio alcalde de la Villa, junto con los dañados lienzos a los sótanos del Banco de España, donde , en presencia de periodistas, se le hace entrega de la llave de la caja fuerte en que se depositan.

Embalaje de los cuadros.




Cuando a Illescas llega el avance Nacional y su alcalde desaparece con la llave, se abre la caja y se descubre que los grecos están muy dañados por la humedad que produce el río subterráneo que corre por debajo del Banco.

Estado de la anunciación tras haber estado en los sótanos del banco de España.
Proceso de restauración de la Natividad

Estado de S. Ildefonso, se puede apreciar el óvalo del marco con el que lo conocemos habitualmente.
La Junta los restaura y concluye, en contra de algunas propuestas, que las cámaras del Banco de España no son un buen lugar para guardar las obras.

Quizás fué el mejor conservado de los cinco. ( se aprecia en la fotografía la tapa que lo cubrió durante su estancia en los sótanos del Banco de España.
Sea como fuere, los cuadros volvieron a su procedencia original, pero cuantas obras más se quedaron por el camino???? Aquí en Illescas además de las tallas del Greco, entre otras las de Isaías y Simeón              ( 1603.1605) se perdió la talla del Salvador del Mundo y numerosos documentos, seguramente de valor incalculable, no solo monetariamente hablando si no por la importancia histórica que tuvo nuestro pueblo y del que poco o nada queda para corroborarlo. 

Talla y capilla de S.Simeón, obra del Greco y destruida en la Guerra Civil.

Talla y Capilla de S. Isaías, obra del Greco y destruida en la Guerra civil.



“Junto a la verdad, el arte es una de las primeras víctimas colaterales en todas las guerras”. 

By Jota.