domingo, 10 de abril de 2011

Tesoros Pictóricos de nuestra Iglesia III


Dentro de los muchos recuerdos de mi infancia, está la de los enormes autobuses alemanes, que camino de Toledo hacían parada en nuestro pueblo, para deleitarse con los cuadros del pintor cretense.
Lamentablemente y confesado por un sin número de habitantes de Illescas y de los alrededores, teniendo tan cerca tan tesoro pictórico ni siquiera han sido capaces de llegarse hasta donde se guardan y contemplarlos aunque tan solo sea para no pecar de ignorancia.
Y es una paradoja, que se viaje en vuelos de 13 o 16 horas para conocer playas de arenas blancas, beber mojitos hasta hartarse y bailar mientras  que el cuerpo aguante y en cambio, no tener un día, una hora para ir a contemplar las maravillas que en el pueblo aún se conservan.
Autobús años 70


Pero son cosas que aunque las reprocho, casi las entiendo pues los gobernantes pierden más tiempo haciéndose fotos promocionales en Fitur, que ,en organizar visitas para que los habitantes del pueblo conozcan tamañas maravillas, empezando claro por los colegios.

Y si no se conocen los cinco cuadros que aún tenemos, como preguntar a los habitantes del municipio sobre el supuesto cuadro pintado y robado posteriormente. Los desposorios de la virgen.

 Según Alberto Aguilar Carmena, en su libro “Illescas. Notas histórico Artísticas “(Madrid. Hauser 1927) en 1720 todavía se conservaba esta hermosísima obra, digna de estar al lado de su compañera, pero a partir de esta época su existencia se esfuma y es notorio que antes de la guerra europea se exhibía en el Palacio Real de Rumania.  Según noticias que el propio autor, había tenido de Bucarest, estaba colocado en una rotonda que daba acceso a un pequeño despacho particular del rey.

Representa, el casamiento de la Virgen, y la disposición de las figuras es la siguiente; en medio del grupo, el gran sacerdote con todos los ornatos, en la cabeza la  resplandeciente mitra y sobre los hombros una plateada casulla. El sacerdote tiene entre las suyas la mano de María para ponerla en la de José. La excelsa desposada lleva un manto azul celeste y a través de un velo muy pálido de gasa azulada, apenas si se descubre el perfil de la virgen. San José lleva, bajo los rasgos del pintor, una túnica morada. Cubierta a medias por un manto amarillo. A la derecha hay dos hombres y a la izquierda dos mujeres, ricamente vestidos.

Según otras fuentes consultadas, este cuadro podría ser por sus medidas el número 90 del “inventario” del pintor, “Unos desposorios de Ntra. Sra. de bara de ancho i bara y quarta de alto” ( vara castellana o vara de Burgos, de aproximadamente 83,5 centímetros, múltiplo del pie castellano de aproximadamente 27,8 centímetros.)
Ahora en la Galería Nacional de Bucarest.


Que este cuadro sea el mismo que falta en la Iglesia de la Caridad, algunos expertos tienen dudas pues, la mano de San José está sin acabar lo que hace suponer que puede ser una réplica del verdadero, sea como fuere el caso es que el Greco pintó Seis y no Cinco cuadros para el Pueblo de Illescas, siendo el desinterés de los gobernantes sin duda causa de que nos falte y no veamos la  forma de recuperarlo.



sábado, 2 de abril de 2011

Tesoros pictóricos de nuestra iglesia II

“Los pintores defienden su arte con la inmunidades que la hicieron libre desde su nacimiento…Dicen que no ciñen las palabras de la ley las obras de sus manos. Por ser sólo acomodar el ingenio con este arte al objeto que se trata de pintar: contrato innominado, do ut facias, que no admite gabela : localización con más propiedad que venta. De que jamás se a pagado alcabala, como lo ha interpretado la costumbre, que se admite sin embargo de los rigores de la ley del Reino, por ser interpretativa de ella. Y así está declarado por leyes posteriores y en caso semejante lo ha juzgado el mismo Real consejo, Tribunal soberano…”

Este juicio, a que se refiere el texto anterior, es el del pleito del Greco, Así lo añade Butrón en el fundamento tercero, que a conformidad de lo referido, el Consejo de hacienda sentenció a favor del pintor, en el pleito que el alcabalero de Illescas, trató con Doménikos Theotokópoulos, sobre los cincuenta mil maravedíes de la alcabala del retablo que hizo para la iglesia de la villa, y que el consejo juzgó por esta decisión y pleito. La sentencia se confirmó definidamente, el 11 de enero de 1633, declarando que; “los pintores no paguen alcabala de las pinturas que ellos hicieren y vendieren, aunque no se las hayan mandado hacer: y con se que haya de pagar alcabala de las que vendieren no hechas por ellos, en sus casas, almonedas y otras partes.”

Entre los numerosos conflictos económicos que provocaron las tasaciones de su obra, el que se originó por este contrato es uno de los más documentados. Por razones desconocidas aceptó que la tasación final fuera realizada por tasadores nombrados por el Hospital. Estos fijaron un precio muy reducido de 2.410 ducados, lo que provocó un largo pleito que llegó hasta la Cancillería Real de Valladolid y al Nuncio papal de Madrid. El litigio terminó en 1607 y aunque se hicieron tasaciones intermedias entorno de los 4.000 ducados al final se pagó una cantidad similar a la establecida inicialmente. El varapalo de Illescas afectó gravemente a la economía del Greco.

Jorge Manuel, Toledo 1578-1631

En el mes de abril de 1603, el Patronato de la Virgen de la Caridad firma con “Domingo el griego y Jorge Manuel pintores” el contrato por el que le encargan la decoración de la capilla mayor del recién estrenado Santuario de Ntra. Sra. de la Caridad de Illescas

 El programa iconográfico estaba destinado a ensalzar la figura de la Virgen, por lo que la hornacina central del retablo queda reservada para la colocación de la imagen de la Virgen de la Caridad. Justo en la parte superior, coronando el retablo, se encontraban la representación de las tres virtudes teologales, como atributos de María. Dos esculturas doradas a los lados, simbolizando la Fe y la Esperanza, y la virtud de la Caridad, representada con una pintura, se colocaría en la zona central del ático del retablo.

En la bóveda de esta capilla, se situaban otras tres pinturas que continúan con este ciclo mariano representando a la Virgen en los tres misterios de su vida: Anunciación, situada en el luneto izquierdo, Natividad, en el luneto derecho y la Coronación de la Virgen, situada en el techo de la bóveda, cerrando el conjunto de la capilla.
Estos cuadros según los expertos corresponden al periodo tardío del pintor, lamentablemente en la actualidad estas representaciones  no están expuestos en la capilla mayor para donde fueron diseñados, pero si se encuentran en el Hospital de Illescas, siempre que no anden de prestado en alguna exposición del pintor como ocurrió el pasado año en febrero, que estuvieron en el museo Bozar  de Bruselas, hecho ignorado por la gran mayoría del los habitantes de Illescas.
El San Ildefonso se considera que fue contratado anteriormente.

La Anunciación
Es una simplificación de la que realizó años antes para el Colegio de Doña María de Aragón. Sobre un fondo neutro coloca a las dos figuras principales de la escena, el arcángel en el lado izquierdo adaptándose a la curvatura del lienzo y la Virgen a la derecha sorprendida mientras oraba. Como eje de la composición se encuentra el atril y la paloma del Espíritu Santo que baja con toda su gloria y se convierte en foco iluminador de la escena. Encontramos en esta peculiar composición una diagonal marcada por los ojos de los protagonistas y la paloma simbólica.


La Virgen de La Caridad.
Debía ser uno de los cuadros más importantes de la composición, donde El Greco intenta mostrarnos la virtud de la Caridad a través de una iconografía de raigambre medieval sobre la Virgen de la Misericordia. En el centro de la composición se encuentra la imponente Virgen abriendo su manto y cobijando a un grupo de fieles ataviados con gola castellana, siguiendo la moda de la época; siendo algunas de estas figuras retratos de caballeros pertenecientes a la nobleza toledana del siglo XVI (entre ellos se encuentra Jorge Manuel Theotokópoulos hijo del Greco). En este lienzo comprobamos que el artista utiliza la desproporción típica de su estilo final, un tanto acusada aquí debido a que este cuadro fue diseñado para ser visto desde abajo hacia arriba. Hoy al alcance de los ojos del espectador, parece demasiado desproporcionado, sobre todo, el cuerpo de María con unas piernas monumentales en primer plano concluyendo en una minúscula cabeza.

La Coronación
Es una de las preferidas por el cretense. Son varias las que se conservan pero, sin duda, ésta de Illescas es considerada como la más bella de todas las Coronaciones que realizó el pintor. Esta vez elige un formato oval para situar la escena que iba a estar colocada en el techo de la bóveda, por eso también contemplamos fuertes desproporciones en el cuerpo de los personajes de Dios Padre, La Virgen y Dios Hijo, con grandes piernas escorzadas en primer plano y pequeñas cabezas que alejan y dan profundidad al cuadro. Sigue una composición triangular con el vértice hacia abajo donde sitúa a las tres personas de la Santísima Trinidad y a la Virgen que asciende a los cielos, acompañada o ayudada por un grupo de ángeles. Es una escena donde la atmósfera celestial se convierte en personaje protagonista, donde El Greco crea unas cascadas de nubes en los laterales que conforman un trono donde se sientan los personajes, todo salpicado por racimos de querubines y niños ángeles que revolotean alrededor y dan movimiento a la escena.


La Natividad
Procede de una Adoración de Pastores que El Greco había realizado para el Colegio de Doña María de Aragón, en este caso la escena se simplifica a un Nacimiento sin la presencia de los pastores. El Greco pinta una escena tenebrosa sólo interrumpida por la luz que emana de la figura del Niño Jesús. De esta manera, el pintor intenta representar que en el momento del alumbramiento de Jesucristo es cuando el Mundo conoce la Luz Divina, y presenta al Niño como foco de luz que guía a la humanidad en su camino hacia la Verdad. En este lienzo también se aprecian escorzos típicos del pintor, como la original intrusión de la cabeza retorcida del buey en primer plano bajo los pies de María, que enfatiza aún más la idea de que estos cuadros fueron realizados para ser visto desde abajo.